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Act Extraescolares 2015-2016
Premio I certamen relato Corto asociación María Pacheco

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los coches, jugaba con sus tres hermanos a construir circuitosde carreras en la bonita alfombra del salón de su casa. No le gustaban las muñecas, y su mamá le invitaba a jugar con sus reliquias de la infancia. Alba odiaba las barriguitas, esas pequeñas muñecas deformes, que su madre cuidaba como si fueran un tesoro olvidado y perdido en el tiempo.! Qué aburrimiento! Si al menos tuvieran ruedas. Pero su mamá insistía,y no podía entender como a una niña no podía gustarle sus recuerdos. Poco a poco, iba aceptando que su hija era como un pequeño hombrecillo, tendría que asumir que ella era la única mujer como Dios manda en la familia. Alba tenía un precioso pelo, rizado como las olas embravecidas en el mar, cuando se juntan, a la vez armoniosas y a la vez rebeldes… como sus pensamientos. Odiaba que le tocasen sus rizos, al igual que el comentario “! Qué pelo tan bonito!”, acompañado de un atusamiento de la cabeza.También estaba harta de los tirones que sufría cuando la peinaban, y del comentario “para lucir hay que sufrir”, como respuesta a sus chillidos. Cuando se topó con las brillantes tijeras enormes de modista de su madre, pensó: “esta es mi solución, se van a acabar los punzantes dolores en mi pelo”. Sin necesidad de espejo, estiró su larguísimo cabello, abrió las tijeras todo lo que sus pequeños dedos gorditos daban de sí ylas olas volaron como el viento…su cabeza quedó como un árbol desnudo en otoño. Sólo paralizó la poda el grito ahogado de su padre al ver el suelo invadido de una manta de pelo. Del susto, la tijera rozó la mejilla y todavía hoy en su cara tiene la cicatriz como recuerdo de aquella catástrofe.Todavía recuerda salir corriendo en pijama al centro de salud para curar la herida. El enfermero le cosió su cara, podía habérselo cosido su mamá, pensó, con hilo de colores. Su papá después le llevóa la peluquería para arreglar el estropicio. “Papá, no pensé que era tan importante” le dijo entristecida;y no lo es, respondió su padre, lo importante no es el pelo sino lo que está debajo.

Los domingos tenía que ponerse los ridículos vestidos para ir a misa con toda la familia, y además, los brillantes zapatos, que siempre le apretaban. Con lo bien que estaba en la acequia con sus amigos, cogiendo renacuajos o jugando al futbol. ¡Pareces un marimacho! Le decía su abuela, pero no dejaba de darle la propina, como todos los domingos. El abuelo estaba feliz de verse reflejado en su nieta, siempre le guiñaba un ojo y hacía aspavientos a los comentarios de la abuela. ¡Deja a la chiguita!, solía responder mientras preparaba la baraja para jugar con ella una partida. A Alba le encantaba jugar a la escoba, tenía dominadas todas las combinaciones de sumar 15; y todavía más, ganar a su abuelo que cada vez veía peor los números por las cataratas, aunque ella no entendía muy bien a qué se refería.

Las niñas de su pueblo sólo jugaban a la goma o la comba, y no entendían los gustos de Alba; la insultaban; aunque no recuerda ninguno de los insultos porque tenía la capacidad de volverse sorda ante ellas  ¡Ojala podría seguir teniendo esa capacidad ahora! Con la edad había perdido audición de su oído derecho, pero las maldades de alguna gente eran capaces de colarse por su tímpano.Como no respondía a las provocaciones, algunas niñas la empujaban para que se diese cuenta de que la hablaban a ella. Pero entonces, Alba les alejaba de su lado, no merecían la pena. Quisieron pegarla, pero no fue fácil, y salieron mal paradas. El futbol le había dado más fortaleza que a las “delicadas macarras”. Cuando despeinó a María y rompió el vestido rosa a su amiga del alma, ya no volvieron a tropezarse con ella.

Sus años de escuela los recuerda con mucho cariño. Los libros eran un refugio en su vida, le ayudaban a entender el mundo, aunque no del todo;era más fácil entender los números que las letras.La maestra siempre decía a su madre que Alba llegaría lejos, tampoco entendía muy bien, dónde era lejos; aunque siempre remataba diciendo, si además fuese un poco más femenina…Hace cincuenta años no estaba muy bien visto que a una jovencita la interesasen más los libros que los pintauñas, pero Alba siempre supo que quizás iba contracorriente. Años después comprobó que no era “tan rara” y que los sentidos de las corrientes dependen desde dónde los mires.

Aunque el maravilloso mundo de la literatura le encantaba, su mayor pasión seguían siendo los coches y la ciencia en general. En cuanto tuvo 18 años luchó por su carnet de conducir, y tuvo mucha suerte, su padre le dejaba su coche siempre que se lo pedía, y se extrañaba porque sus amigas no podían decir lo mismo.Su querido pueblo se quedaba pequeño para sus sueños, aunque su abuelita, le insistía en que lo mejor que podía hacer era casarse con un buen chico, porque deseaba lo mejor para ella. Su mayor defensor siempre fue su abuelo, no necesitaban hablar, bastabamirarse y sonreír.

Fueron duros los años de universidad, “lo que no te mata te hace” fuerte, y más en una ingeniería mecánica. En más de una ocasión tuvo que consentir por no discutir,justificar sus elecciones, cuando esa pregunta nunca se la hacían a sus compañeros. Tampoco se esforzaba mucho en responder, no entendía porque algunas personas necesitaban hacer preguntas a los demás en vez de hacérselas a ellos mismos. Con la edad conoció a muchas personas, algunas pasajeras otras que aún permanecen, buenas personas, otras no tanto; depende desde dónde se mire, ¿hombres o mujeres? Sería muy simplista hacer esa clasificación, a ella le gusta hablar de personas y además, todas imperfectas.

Albanunca pensó cual era la mayor ilusión de su vida, su realización como mujer o si tenía o no instinto maternal. Pero hoy, es mamá de dos personitas, dos regalos que le ha dado la vida ¿es importante conocer su sexo?En los tiempos que vivimos no debiera serlo, pero parece que se sigue con muchos prejuicios y etiquetas. A su niña le encantan las muñecas y los vestidos de color rosa y su niño odia el balón y los renacuajos, estos datos no son demasiado importantes. Alba, básicamente intenta inculcar a sus hijos que no hay que tener miedo del diferente, que en la vida no se puede controlar absolutamente todo y que nos tenemos que ir adaptando a lo que la vida nos va dando…y quitando; y sobre todo, que no dejen de estudiar para poder entender el mundo, porque ella no ha dejado de estudiar y todavía no lo comprende del todo.

Hoy se ha despertado como todos los días, con muchísimas preocupaciones y ocupaciones en su cabeza, pero con ilusión de seguir caminando y viviendo. Su sueldo es menor que el de alguno de sus compañeros, quizás se merecía más que otros el haber ascendido y haberse trasladado a Francia, quizás algún superior hizo algún comentario que no supo interpretar muy bien, quizás el despido de su mejor compañera coincidió con su reciente maternidad, quizás,… le gusta más disfrutar de todo lo que tiene que perder el tiempo en contar lo que le falta.

No se siente ni mejor ni peor que ningún hombre, ni que ninguna mujer… pero parece que todavía queda mucho camino por recorrer y por igualar.Ojala a su hija no la hagan tantas preguntas como las que le han hecho a ella, ojalá que su hijo pueda elegir y luchar por lo que desee, aunque pueda equivocarse…ojalá no vuelva a amargar su café del desayuno ninguna muerte injustificada.

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